Para aquellos que aún se muestran escépticos sobre el compromiso del sector financiero con el progreso de los objetivos de desarrollo sostenible y con la adopción de todas las medidas posibles para combatir el cambio climático, 2024 ha demostrado que los bancos centrales, los reguladores y los supervisores del sector financiero están impulsando el cambio, tal y como comentan aquí Marta Kuczyńska y Szymon Gębski.
Históricamente, los bancos centrales de todo el mundo se han centrado en una misión clave definida: garantizar la estabilidad financiera, controlar la inflación y fomentar el crecimiento económico. Sin embargo, en los últimos años, los bancos centrales, junto con organismos financieros mundiales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), han adoptado cada vez más una nueva agenda: orientar el mercado hacia la sostenibilidad, con un enfoque explícito en la economía verde y las cuestiones medioambientales. Ante la importante demanda de combatir el cambio climático, los bancos centrales se han visto envueltos en debates sobre la integración de los factores de riesgo climático en sus evaluaciones económicas y la movilización de las finanzas convencionales para apoyar la transición hacia una economía sostenible. Hoy en día, estos debates han ido más allá de la simple discusión.
Las instituciones financieras de la Unión Europea y el Reino Unido están incorporando la gestión de los riesgos financieros relacionados con el clima para mitigar los riesgos sistémicos derivados del cambio climático. El Banco Central Europeo incorpora los riesgos climáticos en su supervisión mediante pruebas de resistencia y análisis de escenarios, evaluando los riesgos físicos y de transición. Normativas como el Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros y la Directiva sobre la divulgación de información corporativa en materia de sostenibilidad (CSRD) exigen, entre otras cosas, que las empresas divulguen información sobre los impactos, riesgos y (o) oportunidades ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), y sobre cómo las abordan dichas empresas.
El Banco de Inglaterra utiliza su Escenario Exploratorio Bienal sobre el Clima para evaluar la resiliencia de las instituciones financieras ante los riesgos climáticos, en consonancia con su marco prudencial. Ambas regiones dan prioridad a la presentación de informes periódicos sobre los riesgos climáticos para fomentar una economía baja en carbono.
Por el contrario, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, hace hincapié en un papel más limitado, afirmando que la Fed no es un «responsable de la política climática» y se centra únicamente en los riesgos que afectan a la estabilidad financiera. Esto pone de relieve la diferencia en los enfoques de las finanzas sostenibles adoptados por los bancos centrales de diferentes jurisdicciones. Los bancos centrales se encuentran en una posición única para promulgar políticas que supervisen y hagan cumplir la transición ecológica de los participantes regulados del sector financiero. Con este fin, varios bancos centrales incorporan actualmente los riesgos relacionados con el clima en sus marcos de riesgo.
Este cambio ha impulsado una serie de iniciativas importantes, entre las que destaca la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS), un foro internacional para bancos centrales y supervisores financieros. En la actualidad, más de 100 bancos centrales colaboran bajo el paraguas de la NGFS para intercambiar las mejores prácticas con el fin de reforzar la gestión del riesgo climático, promover las finanzas verdes y fomentar un enfoque coordinado a nivel mundial para construir un sistema financiero sostenible y resiliente.
Reformas normativas para ayudar a avanzar y mitigar los riesgos
A lo largo de este año se han celebrado varias reuniones. En particular, el Grupo de Trabajo sobre Finanzas Sostenibles del G20 hizo hincapié en la elaboración de planes de transición para las instituciones financieras y las empresas, con el fin de ayudarles a alinearse con los objetivos de emisiones netas cero e integrar la sostenibilidad en sus estrategias financieras. Estos planes de transición están diseñados para gestionar los riesgos relacionados con el clima y aprovechar las oportunidades ecológicas, al tiempo que se garantiza la equidad social abordando el posible impacto negativo de estas transiciones.
En las reuniones del G20, los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales hicieron hincapié en su compromiso con las tres prioridades establecidas por la presidencia brasileña. Estas son: la inclusión social y la lucha contra el hambre y la pobreza; las transiciones energéticas y el desarrollo sostenible; y la reforma de las instituciones de gobernanza mundial. Los bancos centrales, en particular, están desempeñando un papel fundamental en estos esfuerzos, orientando al sector financiero hacia la sostenibilidad.
Para avanzar en estas tres prioridades, los bancos centrales deben reformar adecuadamente sus marcos regulatorios y de supervisión, emitir directrices claras para el sector financiero y recopilar los datos necesarios para supervisar los avances y los riesgos.
En sus estrategias, los reguladores regionales y nacionales se basan en normas y principios globales, como los emitidos por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. En 2024, el Comité de Basilea incorporó los riesgos climáticos a sus principios básicos, reconociendo que estos pueden afectar no solo a la solidez de los bancos individuales, sino también al sistema bancario en general y, por extensión, a la estabilidad financiera. Los cambios fueron aprobados en una reunión de más de 220 banqueros centrales y supervisores, en representación de más de 90 jurisdicciones.
Partiendo de esta base, Tobias Adrian, consejero financiero y director del departamento de mercados monetarios y de capitales del FMI, , destacó la importancia de la acción supervisora: «Los supervisores deben garantizar que los riesgos relacionados con el clima se analicen a fondo y se integren en sus procesos de supervisión». Los riesgos físicos, como los peligros naturales cada vez más frecuentes y graves, o los riesgos asociados a los activos varados durante la transición a una economía baja en carbono, deben «incorporarse a las evaluaciones de riesgos y a los marcos prudenciales para garantizar que las instituciones financieras estén bien equipadas para soportar las perturbaciones relacionadas con el clima».
Algunos supervisores regionales y nacionales ya han incorporado los riesgos climáticos en sus marcos reguladores para el sector bancario. Por ejemplo, la Autoridad Bancaria Europea (ABE) ha actualizado su marco de requisitos de capital, y los bancos deben cubrir los riesgos medioambientales y sociales en sus reservas.
En julio de 2024, la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP FI) realizó importantes contribuciones a los debates, abogando por una mayor transparencia en la divulgación de información por parte de las empresas y el sector financiero en relación con la biodiversidad y los impactos sociales de las transiciones ecológicas.
Riesgos relacionados con el clima y activos verdes incorporados a la supervisión de la estabilidad financiera
La divulgación de información del Pilar 3 de la ABE anima a los bancos a integrar los riesgos relacionados con el clima en los requisitos de capital y el análisis de la estabilidad financiera, abordando las amenazas sistémicas que los riesgos climáticos suponen para el sector bancario:
- El Pilar 3 se centra en la transparencia mediante la divulgación de los riesgos ESG, incluida la exposición a sectores con altas emisiones de carbono, la ubicación de activos físicos vulnerables a los riesgos climáticos, así como las medidas de mitigación, incluyendo métricas como la ratio de activos verdes y la oferta de productos sostenibles.
- El Pilar 2 hace hincapié en la gobernanza, exigiendo estrategias eficaces de gestión y supervisión de los riesgos ESG.
- El Pilar 1 abarca los requisitos de capital para las exposiciones con riesgos relacionados con ESG, garantizando que las instituciones mantengan un capital suficiente para hacer frente a estos riesgos.
La iniciativa incluye la normalización de los datos y la recopilación de información y de informes prudenciales del sector bancario.
Normas e interoperabilidad: para que funcione, hay que hacerlo práctico
Junto con la supervisión de los riesgos relacionados con el cambio climático, los bancos centrales y los reguladores del sector financiero también están tomando la iniciativa para fomentar o imponer las finanzas sostenibles y verdes. Sin embargo, la relación entre el crecimiento económico y las finanzas sostenibles no puede entenderse plenamente si no existe un acuerdo previo sobre los criterios que definen las finanzas sostenibles. Esta definición debe ser clara, armonizada y aceptada por todos. Deben entenderse las ventajas y los retos de la implementación de las finanzas sostenibles para analizar los efectos de las finanzas verdes en el producto interior bruto.
En este contexto, los bancos centrales y los reguladores financieros también se centran cada vez más en desarrollar una arquitectura de información climática cohesionada para estandarizar la presentación de datos y apoyar las finanzas sostenibles. Esto se ajusta a las recomendaciones del FMI, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que destacan la necesidad de actividades sostenibles integrales. Estos marcos pueden racionalizar los datos fiables relacionados con el clima, haciéndolos accesibles y comparables para las instituciones financieras que evalúan los riesgos climáticos, toman decisiones de inversión y se alinean con los objetivos climáticos nacionales.
El reciente informe del FMI subraya que unas taxonomías y estructuras de datos bien desarrolladas son esenciales para fomentar la transparencia, ya que permiten prácticas de divulgación coherentes y evaluaciones de los riesgos climáticos que se ajustan a las normas internacionales.
Para alcanzar estos objetivos, iniciativas lideradas por organizaciones como el Consejo Internacional de Normas de Sostenibilidad (ISSB), el NGFS y el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) abogan y fomentan la armonización de las normas para la presentación de informes sobre datos climáticos globales y las definiciones de finanzas y actividades sostenibles. Al promover la adopción de normas internacionales, los bancos centrales están trabajando para salvar las brechas de datos y armonizar las prácticas de financiación sostenible en todo el mundo.
Solo con datos estandarizados, comparables y bien comprendidos es posible evaluar los riesgos y medir el compromiso y los progresos a escala mundial. De forma similar a cómo las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) aportaron comparabilidad y confianza a los estados financieros a nivel mundial, las normas de información sobre sostenibilidad y ESG se consideran ahora un elemento revolucionario para que las economías demuestren sus progresos a la comunidad internacional, los inversores y los consumidores de una manera fiable y reconocible.
Algunas de las economías de más rápido crecimiento del mundo se han pronunciado sobre el cambio climático y han destacado la importancia de las normas. El gobernador del Banco Central de Nigeria afirmó que la adopción de las NIIF por parte de Nigeria se ha convertido en una piedra angular de su modernización financiera, lo que ha fomentado la confianza entre los inversores globales y ha facilitado el flujo de capital transfronterizo. A medida que Nigeria se posiciona para las dos próximas Normas de Sostenibilidad NIIF —NIIF S1 y NIIF S2— centradas en la sostenibilidad y la información climática, está sentando las bases para un salto transformador. Se espera que estas normas permitan a las instituciones nigerianas mostrar sus compromisos ESG en todo el mundo, lo que aumentará su atractivo para los inversores interesados en la sostenibilidad y reforzará la posición de Nigeria como economía de rápido crecimiento, transparente y preparada para la inversión.
El uso proactivo de las NIIF por parte de Sudáfrica está sentando un precedente en materia de transparencia digital en los mercados africanos. La Taxonomía de Divulgación de Información sobre Sostenibilidad de las NIIF, un marco diseñado para marcar y estructurar los datos de sostenibilidad, permite a los emisores sudafricanos comunicar este tipo de datos de forma digital y comparable, satisfaciendo las demandas de claridad y fiabilidad de los inversores. Al integrar las NIIF en sus informes financieros y de sostenibilidad, el país se ha posicionado como líder en la divulgación de datos sólidos y comparables, ganándose el favor de los inversores globales conscientes de los criterios ESG.
Las normas de datos abiertos desempeñan un papel esencial en este éxito, ya que actúan como facilitadores de la información digital. En 2018, Sudáfrica fue pionera en la información digital al implementar el lenguaje eXtensible Business Reporting Language (XBRL), que hizo realidad la divulgación financiera eficiente y estandarizada. Sobre esta base, el país sigue ampliando la transparencia digital al incorporar la información sobre sostenibilidad en su marco XBRL para satisfacer la creciente demanda mundial de datos ESG claros y comparables.
«A través de la presentación de informes financieros digitales basados en XBRL, la Comisión de Empresas y Propiedad Intelectual [CIPC] está promoviendo la transparencia y la sostenibilidad en los mercados africanos», afirma Rory Voller, comisionado de la CIPC. «Ahora, al alinearnos con las normas internacionales IFRS e incorporar los principios ESG, no solo estamos mejorando la precisión de los datos, sino que también estamos apoyando activamente los objetivos de sostenibilidad de Sudáfrica. Este compromiso posiciona a nuestros mercados como una opción fiable y responsable para los inversores internacionales que dan prioridad al crecimiento sostenible».
Los datos ESG hablan, los reguladores financieros los traducen… si están bien definidos
Los bancos centrales están bien posicionados para liderar la estandarización, la automatización y el análisis de los datos ESG, y hacer cumplir su uso en las divulgaciones del sector financiero para combatir el greenwashing y mitigar los riesgos del cambio climático que pueden amenazar la estabilidad económica.
Al asumir esta función, los bancos centrales pueden abordar la multiplicidad de normas que ya se utilizan. La interoperabilidad y la armonización entre las normas —como las NIIF S1 y NIIF S2, las directrices de la Iniciativa Global de Presentación de Informes (GRI), los Principios para una Banca Responsable (PRB), el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima y las Normas Europeas de Información sobre Sostenibilidad (ESRS)— son fundamentales y ya han sido solicitadas por el sector.
Es posible alcanzar la interoperabilidad y la armonización entre las distintas normas y principios de información. Iniciativas como la UNEP FI han encontrado una armonización entre los PRB y la nueva normativa que deberán cumplir los bancos en Europa, la CSRD. Algunos organismos normativos han proporcionado orientación sobre la interoperabilidad de sus normas, como el índice de interoperabilidad entre las normas ESRS y GRI o la Guía de interoperabilidad de las normas ESRS-ISSB.
Para los bancos que se mueven en múltiples marcos de información, es fundamental mantenerse al día y poder acceder fácilmente a las directrices y taxonomías de información de los bancos centrales.
La estandarización de los datos es la piedra angular de la recopilación y el análisis eficaces de datos ESG y de la transparencia del mercado.
Los bancos centrales y los bancos que presentan informes siguen enfrentándose a los retos que plantea la gestión eficaz de los datos ESG. Entre los diversos retos que se plantean, cabe destacar, en primer lugar, la escasez generalizada de datos fiables a disposición de los bancos centrales, agravada por el acceso limitado a bases de datos completas y por sus propios sistemas heredados, que no están preparados para los datos ESG.
Los bancos centrales también se enfrentan a problemas de confidencialidad, altos costes de recopilación de datos y limitaciones en la infraestructura informática, lo que puede impedir la gestión eficiente de las bases de datos de finanzas sostenibles. A menudo falta una coordinación eficaz entre las partes interesadas, como los organismos reguladores, las instituciones financieras y los proveedores de datos, lo que complica aún más los esfuerzos por recopilar datos coherentes y comparables. Además, los bancos centrales pueden desempeñar un papel clave en la racionalización de los enfoques para la normalización, la reutilización y (o) la agregación de datos. Esto podría lograrse mediante la selección de los datos que deben comunicarse con fines de supervisión y su recopilación, o que ya se comunican o divulgan en el marco de diferentes marcos de sostenibilidad. Al exigir la presentación de datos de sostenibilidad con fines de supervisión, los bancos centrales pueden contribuir a racionalizar los flujos de datos.
Las empresas privadas necesitan claridad sobre las expectativas normativas para incorporar adecuadamente los riesgos relacionados con el clima y los factores ESG en sus prácticas de gestión de riesgos. Esto es esencial no solo para evaluar su impacto medioambiental —como las emisiones, la huella de carbono y las inversiones ecológicas—, sino también para evaluar la calidad crediticia de los instrumentos financieros, como los créditos garantizados.
Conclusiones
Los bancos centrales han pasado de ser observadores pasivos a líderes proactivos en materia de finanzas sostenibles, reconociendo que los riesgos climáticos pueden amenazar la estabilidad financiera a escala mundial. Ahora pueden contribuir aún más de tres maneras principales: en primer lugar, colmando las lagunas de datos relacionados con el clima mediante la normalización de los datos y el refuerzo del valor informativo de la divulgación de información relacionada con el clima y las finanzas sostenibles; en segundo lugar, incorporando la notificación de los riesgos climáticos en los procesos de supervisión; y, en tercer lugar, mejorando su capacidad para realizar análisis de riesgos climáticos y promover las finanzas sostenibles.
Para tomar y mantener el liderazgo, los bancos centrales deben colaborar con la industria, los principales organismos normativos, las agencias internacionales y la comunidad profesional, e informar de sus acciones a través del diálogo con las partes interesadas de la industria, sus homólogos y los expertos. Ya se ha comenzado a trabajar en la adopción de normas reconocidas internacionalmente, taxonomías de información digital adecuadas a los fines y un entendimiento común de los datos ESG.
Colmar las lagunas de datos para la presentación de informes de supervisión y la divulgación de información financiera es un requisito previo para la supervisión eficaz de los riesgos financieros relacionados con el clima. A principios de este año, el ISSB publicó normas internacionales sobre la divulgación de información relacionada con el clima. Sin embargo, la presentación de informes de supervisión debe adaptarse a cada jurisdicción, en función de los perfiles de riesgo específicos y las necesidades de supervisión.
Algunas jurisdicciones ya están preparadas para el siguiente paso, que es la digitalización de la presentación de informes sobre datos de sostenibilidad, de forma similar a como se digitaliza la presentación de informes sobre datos financieros. Entre los ejemplos se incluyen jurisdicciones de la UE y Sudáfrica.
«El intercambio digital de información relacionada con la sostenibilidad abre inmensas oportunidades, pero también subraya la necesidad de la cooperación mundial, incluso en jurisdicciones digitalmente avanzadas», afirma Michal Zubrycki, experto en normalización de datos de BR-AG. «Nuestra colaboración con la comunidad XBRL, junto con el apoyo de la Fundación IFRS y el ISSB, fue fundamental para la implementación de las normas IFRS S1 e IFRS S2 en Sudáfrica, fomentando un marco común que beneficia a todos los participantes. Este apoyo y colaboración internacionales han sido esenciales para que la CIPC y Sudáfrica avancen en la transparencia ESG. El siguiente paso será desarrollar la capacidad y los conocimientos locales para mantener este impulso».
Esta colaboración internacional pone de relieve una poderosa verdad en la práctica: solo uniendo a los bancos centrales, los líderes del sector, los organismos normativos, el mercado supervisado y las comunidades tecnológicas y de datos podremos salvar las brechas de datos, elevar la transparencia en materia de sostenibilidad y apoyar la transición hacia una economía verde. En conjunto, estos esfuerzos crean resiliencia para hacer frente a los riesgos financieros relacionados con el clima, configurando un ecosistema financiero alineado con los objetivos de crecimiento sostenible.
Los autores
Marta Kuczyńska es directora de desarrollo empresarial de BR-AG, donde investiga iniciativas reguladoras que promueven los objetivos de desarrollo sostenible y la digitalización de los datos ESG en todo el mundo.
Szymon Gębski es experto en sostenibilidad e información no financiera, doctor en Derecho y con experiencia en consultoría para organizaciones internacionales como la OCDE.
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